Sinceramente, no veo mal la IA

Últimamente en Medium parece que está de moda criticar destructivamente la IA, el último invento al que hemos decidido rodear de un misticismo absurdo (algo que, por cierto, no es nuevo — hasta con la electricidad lo hicimos).

Los luditas tampoco son novedad, y la historia ya nos mostró cómo les fue. Para quien no los conozca: eran los que en el siglo XIX se dedicaron a destruir telares porque supuestamente ‘robaban empleos’. Acabaron sin trabajo y en ridículo cuando vieron que una máquina de vapor los reemplazaba sin mayor complicación. Y eso que se creían insustituibles por realizar tareas repetitivas.

Te preguntarás por qué te hablo de la revolución industrial.

Es simple: la escritura es arte, sí, pero también es un producto con diferentes niveles de calidad:

• En la base están quienes realizan tareas mecánicas y reemplazables: administrativos y creadores de contenido de relleno para webs del Kit Digital. Ya cobraban poco, deberían celebrar su obsolescencia.
• En la cima están los profesionales que te dejan boquiabierto con sus textos, que te hacen reflexionar o te convencen de comprar algo. O mejor aún: ese abogado que redacta un contrato tan brillante que te saca de un apuro. Estos siempre han estado bien pagados.

Los escritores realmente buenos no temen a la IA, como tampoco temieron a Word. ¿Quién puede estar en contra de una herramienta? ¿Acaso odiarías un martillo?